16.3.15

Una Comunidad Autónoma ejemplar

Manuel Cortizo Velasco

4.660 asturianos con ayuda a su falta de autonomía personal menos en tres años. Desde 2011, Asturias 'perdió' al 23% de los beneficiarios de la Ley de la Dependencia. Muchos fallecieron, algunos a la espera. Otros, directamente, renunciaron al servicio, debido al copago. Si el 31 de diciembre de 2011 eran 20.014 los asturianos con derecho a una prestación -centro de día, tele asistencia, ayuda a domicilio, residencia, asistente personal o cuidador familiar-, tres años después solo 15.354 disponen de ella
. (El Comercio, 16 de marzo de 2015)

Parece ser que somos la comunidad autónoma “ejemplar” en la aplicación de los recortes. No solo se recorta, sino que se aprietan los tornillos del copago, al parecer uno de los más caros del país. Esto es ejemplar, teniendo en cuenta que contamos con un gobierno “socialista y más de izquierdas que nadie”.

Creo que esta ley, (aún sin analizarla en profundidad), necesita un cambio. Celebro la idea de “profesionalizar”, (en el sentido de dar a los trabajadores una estabilidad que los eleve de la categoría de auxiliares imprescindibles – a veces voluntarios sacrificados y no experimentados - a profesionales preparados y pagados), a los trabajadores de asistencia social. No obstante hay que empezar por los cimientos y éstos son, además de impedir que el PP gane nuevamente las elecciones, luchar por el incremento del trabajo público, acabar con las privatizaciones en masa, terminar con los trasvases de plazas públicas hacia la empresa privada (véase el ERA), detener la invasión publicitaria negativa de la sanidad pública que esta consiguiendo una migración paulatina hacia las sociedades privadas.

Hace unos días también se oía que ya son mayoría los alumnos cuyos padres optan por la enseñanza privada. Una enseñanza ejemplar como era la pública en España, está siendo degradada a subsidiaria, a enseñanza pobre para gente pobre. Este es el efecto que están consiguiendo las campañas de acoso y derribo del sistema educativo, las leyes de Wert, la publicidad masiva e invasiva y, sobre todo, la merma de recursos y personal al que se está sometiendo al sistema educativo. La cuestión está en restablecer un sistema de clases o castas del que saldrán ganando aquellos que están bien situados en la línea de salida.

Observando lo que nos rodea, nos quedamos a la zaga de cualquier avance social, cuando no retrocedemos directamente. Los dos partidos alternantes en el poder se olvidan de que el trabajo social, (no me refiero ahora solo de los trabajadores sociales, sino también a los trabajos que redundan en un beneficio no solo monetario), es también economía. La economía real que genera beneficios en ambas direcciones: hacia el mundo del trabajo, (incluidas las empresas), y hacia la sociedad en forma de fortalecimiento del sistema de protección. Sobre todo porque esta economía creará igualdad de oportunidades a todos los niveles, sentando las bases de un sistema no discriminatorio y progresista. Claro que esto no interesa a las élites hoy dominantes, pues permitiría, como hace unos años ocurrió, que el hijo de un obrero pueda llegar a catedrático, médico de prestigio, (o médico a secas – el prestigio es un añadido meritorio), o ingeniero de minas, maestro, abogado o perito en lunas. Y esto es difícilmente tolerable para una alta sociedad como la española anclada en el sistema decimonónico censitario.

Al final “la culpa” se le carga al “sistema”. Un método elaborado por y para el más fuerte, compuesto no obstante, no lo olvidemos, por personas. Por tanto no vale banalizar y decir aquello tan de película de que todo es para que el sistema funcione, pues son las personas las que hacen la sociedad, el grupo, la secta. Esto no funciona para el común de los mortales y hay que cambiarlo.

Es preciso deshacerse de la pretensión oficial de convertir a la sociedad en un juego financiero, donde se apuesta siempre a caballo ganador. La sociedad debe resistir al embate de la economía de las sombras y vislumbrar cuál ha de ser la economía que debe ponerse en práctica, la economía que genera realmente bienestar y no riqueza. Es mentira que la riqueza de unos genere el crecimiento y bienestar de los otros que no la poseen. Riqueza llama a riqueza. Dinero llama a dinero. Poder llama a poder. La acumulación de bienes dinerarios o convertibles en dinero, no se basa en la idea de mejorar la sociedad, sino en la idea final del poder por el poder. Al final el acopio de riqueza genera ansiedad de más y eso conlleva que el eslabón que está situado en último lugar en vez de en el primero, (los trabajadores, los ciudadanos), sufran las consecuencias perniciosas de la avaricia de unos pocos que viven en un mundo aparte

Es el momento de tener muy claras las ideas y los objetivos finales. Es preciso impedir que sean los llamados mercados los que hablen de democracia, pues para ellos no existe. La única forma de hacer que la vida sea digna de ser vivida, sin dejar atrás, o al lado, a los más vulnerables, es romper con esa dinámica diabólica de la absorción y sumisión de la ciudadanía a los dictados de una economía de casino. Enfocar al fin los recursos, (y los medios para generarlos), al bienestar de la sociedad.

Hay que tener la osadía de someter a los grandes emporios de trileros y subordinarlos al poder social.

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